jueves, 12 de diciembre de 2013

LA DETECTIVE LUCÍA ANJOU . EL DIAMANTE ROBADO DEL MUSEO LOUVRE

Una tarde de invierno a las seis o así, la detective Lucía Anjou se tomaba un cuenco de palomitas y un chocolate caliente. Mientras, veía la película de la Pantera Rosa, en versión blanco y negro. _ ¡pero si es muy fácil! _ Exclamó.

Ella ya sabía perfectamente qué tendría que hacer si estuviera resolviendo el caso de la Pantera Rosa, ya que era la mejor detective de toda Francia.

Parecía cada vez más metida en la televisión, pero de pronto sonó el teléfono. Por poco se cae del susto. Corrió hacia el cuarto y cogió el teléfono. Sentía la respiración de alguien, y entonces una voz francesa derrumbó el silencio: _ Buenas tardes, llamo del Louvre, venga corriendo hay un caso que resolver._ Y colgó.

Lucía dijo: _ ¿ya está?, ¡Me podría haber dado más datos! _ aún así, la detective no se rindió y corriendo se quitó el pijama, se puso la ropa y su gabardina y por su puesto su maletín, en el que llevaba una lupa, un lápiz, un mini pack para análisis, pinzas, linterna, etc.

Cuando salió fuera a la calle, estaba lloviendo. Por suerte, solo tendría que cruzar la calle hacia un callejón que daba paso a una hermosa plaza, dónde los niños jugaban, y cruzándola se encontraba directamente ante la puerta del museo.

Cuando entró, la escena del crimen se veía claramente. Todos los empleados del museo, que eran muchos, hablaban y hablaban y la misma voz que la del teléfono se dirigía hacia ella.

_ ¡Detective Lucía Anjou ya está aquí! _ era nada más y nada menos que la directora del museo, Marlene Lévrier.

_ Sí Doña Marlene _ Contestó Lucía muy educadamente.

_ ¡Qué bien!, ¡Por fin viniste! Por favor, llámame Marlene a secas.

_ Vale pero, ¿Cuál es el caso?_ preguntó lucía intrigante.

_ El caso... ¡ah! ¡el caso! Resulta que nuestra mayor exposición , "El diamante Dorado", ha sido robado, y, como comprenderás, no vamos a dejar que ese ladrón se salga con la suya, porque si no, no vendrá la gente, no podré pagar a mis empleados y el museo se irá al garete.

_ Vale, vale, tranquilícese. Resolveré el caso así como me llamo Lucía, pero necesito hablar con los empleados que se encontraban en el museo la noche del robo. _ Digo la detective muy segura.

_ Aquí está Sebastián Logan, el guardia que se encontraba en el museo la noche en que se cometió el crimen.

Y la directora se fue, dando lugar a Sebastián Logan, un hombre de 46 años y con un uniforme rojo.

_ Hola Sebastián, ¿Sería tan amable de contarme lo que pasó aquella noche?

_ Claro. Cuando el reloj tocó las once en punto, hora en la que comienza mi turno, cerré todas las puertas del museo. Me puse a dar vueltas y, de repente, escuché un ruido que provenía de la puerta principal. Corrí hacia allí. Después escuche un ruido que venía de la otra punta y di media vuelta con la esperanza de encontrar a alguien allí. Sabía que era un juego y me quedé paralizado. De pronto, alguien me dió un golpe, dejándome inconsciente, pero creo que vi una especie de máscara brillante.

_ Gracias, ¿hay alguien más que hubiese trabajado en el museo esa noche?_ Preguntó Lucía Anjou.

_ No, pero si tengo estas pruebas.

Se trataba de un polvillo de oro y de una barra de labios "Coco Chanel" edición limitada, pues solo había tres de esas barras en el mundo. Ese pintalabios podría costar 1000 €.

_ Muchas gracias Sebastian, ¿Se lo has dicho a la directora?

_ ¡No! _ Contestó el asustado.

_ No pasa nada, le daremos una sorpresa.

La detective, se fué del museo dispuesta a analizar las pruebas.

Cuando llegó a su casa, cogió el portátil y empezó a analizar mientras buscaba información. Ya sabía todos los datos sobre el pintalabios, lo único que le quedaba era averiguar el origen del polvillo de oro. Al ver las huellas dactilares, las metió en su analizador y descubrió el ADN y lo puso en reconocimiento. Se hacía llamar el "Hombre de Oro".

_ No me extraña ¡Robó el diamante dorado! _ Exclamó muy alto.

Pero aún así, Lucía sabía que no había que precipitarse e intentar ver de que se trataba el pintalabios: ¿Para qué lo querría?

Al día siguiente, Lucía Anjou, la detective, fue al museo por la mañana, y a la primera persona que vio fue a Sebastian, el guardia. Le contó lo que había analizado.

_ ¿No te gustaría ver mejor el museo por dentro para ver si encuentras algo que te ayude a terminar con el caso?_ Preguntó Sebastian.

_ Sí, pero antes me gustaría enseñarle el resultado de las pruebas a Marlene, la directora.

Cuando se dispuso a hablar con ella, la directora la interrumpió y no la dejó.

_ ¡Detective Lucía! me parece que... Bueno ya que quiere ver bien el museo, le tendré que decir que no hace falta que entre en esa habitación de enfrente, pues está desordenada y ya miré yo y no hay nada.

Y al final de su especie de discurso, sacó un pintalabios igual que el de las pruebas.

_ Bueno ¿Querías algo?

_ No nada, ¿Y ese pintalabios?, preguntó asustada Lucía.

_ ¿Bonito eh?, me costó muy caro y ayer se me perdió el que tenía y me tuve que comprar otro_ Dijo riéndose.

Y ahí se acabó la conversación.

Lucía vio que se trataba de la directora Marlene Lévrier. Pero, ¿Qué tendría que ver con el hombre de oro? Entonces pensó que aunque la directora le prohibió entrar en la habitación de en frente, tenía que entrar.

_ ¡Pero si ahí están las cámaras de seguridad!, la directora dijo que estaban rotas...

Puso la grabación en el ordenador y vio... ¡a la directora y al Hombre de Oro robando el Diamante Dorado! Claro, ella era la única persona que sabía la combinación. Y al mirar la cerradura de la vitrina del diamante, vio que tenía la forma de su pintalabios, la doble "C" de la marca Chanel.

Cuando se enteró, el guardia, Sebastian, ayudó a Lucía a decírselo a la policía. Entonces, llevaron a Marlene a la cárcel. Ella les dijo dónde estaba el hombre dorado y al fin el museo Louvre estaría a salvo, y el diamante también, por supuesto.


LUCÍA G.H

FIN

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